¿Te apetece comer frutos secos como almendras, avellanas, nueces, pistachos, anacardos, piñones?
Como si de una película de terror se tratase, durante las últimas décadas, comerte un buen puñado de alguno de estos frutos secos, al igual que consumir cualquier alimento rico en grasa con las nueve kilocalorías por gramo que aportan, era poco menos que una temeridad. Un acto inconsciente que, irremediablemente, te acercaba a las temidas y emergentes epidemias de obesidad, hipertensión o hipercolesterolemia. Pero lo bien cierto, es que tras unas décadas inmersos en una cultura en la que todo plan de adelgazamiento se basaba en dietas muy restringidas en grasa (de todo tipo), y compuestas principalmente por productos (que no alimentos) “sin grasa, light, 0% materia grasa, desnatados, etc.” y posteriormente enriquecidos con vitaminas y minerales de todo tipo; han resultado ser un absoluto y estremecedor fracaso. Sí, es cierto que los frutos secos tienen mucha grasa. Es cierto que los frutos secos aportan muchas kilocalorías. Sí, ¿y? ¿supone esto que hay que restringir los frutos secos si queremos controlar el peso? Aun sin entrar en el análisis de la literatura científica actualizada, los resultados obtenidos tras la aplicación de la medida estrella en los últimos años “la grasa engorda, cuanta menos mejor, cuidado con los frutos secos, el aceite de oliva, el pescado azul o el aguacate”: escalada sin freno de casos de obesidad adulta e infantil, enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, etc.; la respuesta es obvia, NO.
Pero más allá de la obviedad, el sentido común y la coherencia, está genial poder contar con una multitud de estudios científicos publicados en los últimos años y que, rotundamente, nos ofrecen la misma respuesta, NO. Es más, todo lo contrario: el consumo de frutos secos se asocia a un mejor control de peso. Las grasas que contienen estos alimentos (principalmente omega 9 y omega 6), así como el alimento en su conjunto, lo convierten en un alimento muy saludable (más allá del control de peso) y aportan gran saciedad. Ahora bien, ¿qué son, y qué no son, frutos secos saludables? Lo que no: almendras garrapiñadas, mezclas de frutos secos con azúcar, harinas y aditivos o pistachos cargados de sal, por ejemplo. Lo que sí: Frutos secos “al natural” y “tostados” (ni fritos, ni con azúcar, ni con sal).
¿Cuánta cantidad?
No, que tu báscula marque unos dígitos de más o de menos, no depende de comerte cinco nueces o tres, de subir o bajar 100 kilocalorías en tu ingesta. Ahora bien, los frutos secos son alimentos con poca agua y mucha grasa, con lo que el sistema digestivo se va a resentir si los comes en exceso. La cantidad a consumir va a depender de tu capacidad de digerir los alimentos. Si te sientes pesad@ después de comerte tres puñados de almendras; es que te has pasado. En cualquier caso, si remojas los frutos secos unas horas antes de consumirlos, te sentarán mejor.
Recuerda estas 5 claves sobre comer frutos secos
- Los frutos secos son un excelente alimento. Que tengan grasa no es ningún problema; ¡es grasa de calidad!, procedente de ¡un alimento excelente!
- Cómpralos al natural; sin azúcares, ni harinas, ni sal, ni otros aditivos.
- Son una excelente opción para llevar siempre encima y evitar productos comestibles malsanos.
- Come la cantidad que te permita tu sistema digestivo, si con tres no engordas, con cinco tampoco.
- Si te preocupa tu peso: corre, salta, toma el sol, ríe, llora, escapa, descansa, y come frutos secos.
Este artículo fue escrito para el programa Bienvivir de la Cadena SER Valencia. Puedes escuchar el podcast AQUÍ.
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