Helicobacter pylori: otra mirada

Helicobacter pylori: otra mirada

La Helicobacter pylori es una bacteria que tiene la mitad de la población mundial y podría estar detrás de algunos trastornos digestivos; incluso se relaciona con úlceras y cáncer gástrico. Pero, ¿qué sabemos sobre esta bacteria? ¿es siempre problemática?

 

¿Por qué tiene tan mala fama?

En realidad, la mayoría de las personas que tienen esta bacteria en su estómago, no desarrollan ningún síntoma. Se calcula que solo alrededor del 30% presentan síntomas asociados a la inflamación de la mucosa (gastritis).

Los síntomas más frecuentemente asociados a la Helicobacter son los síntomas de dispepsia: sensación de pesadez después de comer, sensación de plenitud al comer (saciedad precoz) y dolor o ardor en la zona del estómago

 Helicobacter y… ¿reflujo?

Existe una falsa creencia de que el reflujo gastroesofágico puede estar provocado por la infección de Helicobacter pylori. Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, la infección por Helicobacter pylori parece estar asociada con una MENOR probabilidad de síntomas de reflujo y esofagitis erosiva (Scida et al., 2018).

El miedo y la insistencia en la erradicación de esta bacteria se debe a la relación que tiene con patologías más complejas: se calcula que un 10% de los infectados pueden desarrollar úlceras pépticas, y el 1-3% cáncer de estómago

Aunque la Helicobacter pylori es reconocida como carcinógeno de tipo 1 (el más alto) por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la OMS, no todos los cánceres gástricos están provocados por una infección por Helicobacter pylori. Cánceres gástricos con una prueba diagnóstica negativa para la Helicobacter, cuentan con un porcentaje que va del 0,7 al 47,8%. De hecho, los estudios muestran que la erradicación de la Helicobacter pylori, reduce el riesgo de cáncer gástrico en un 33-47%; pero no elimina el riesgo.

 

Cáncer gástrico y el enigma africano

Hay un dato un tanto curioso. La prevalencia de la infección por Helicobacter pylori en África es significativamente mayor que en el resto del mundo: en este continente más del 70% de personas tienen esta bacteria. En cambio, las complicaciones clínicas como el cáncer son menos frecuentes que en otros lugares del mundo, datos que han dado lugar al llamado "enigma africano". En realidad, no existe solo “el enigma africano”. Esto también ocurre en otros lugares como Malasia, India, China, Colombia y Costa Rica (Ghoshal et al., 2010).

Imagen: Ghoshal UC, Chaturvedi R, Correa P. The enigma of Helicobacter pylori infection and gastric cancer. Indian J Gastroenterol. 2010 Jun;29(3):95-100. doi: 10.1007/s12664-010-0024-1. 

Se han barajado varias causas de ese “enigma”, como: el potencial cancerígeno de diferentes cepas de H pylori; la presencia simultánea de otros microbios como parásitos capaces de modular (mejorar) la respuesta inmune; la influencia dietética; el microbioma gástrico e intestinal; y la predisposición genética. Es decir, que parece evidente que existen diferentes factores que promueven la virulencia de este microbio (Ghoshal et al., 2010).

  

¿Tiene efectos positivos?

Aunque resulte curioso, varias publicaciones científicas muestran cómo la H. Pylori puede incluso tener efectos positivos en la salud. Por ejemplo, se ha visto que la exposición temprana a H. pylori puede actuar como un factor preventivo en el desarrollo de enfermedades alérgicas (Lionetti et al., 2014 Liu et al., 2024). Parece ser que esto ocurre porque la H. Pylori influye en el equilibrio del sistema inmunitario (concretamente, promueve una respuesta Th1 y Th17, al tiempo que inhibe la respuesta Th2, propia de las alergias).

Además, se ha descrito que la H. pylori tiene un efecto protector frente al cáncer esofágico y el esófago de Barrett, la gastroenteritis y las enfermedades inflamatorias intestinales (como Crohn y colitis ulcerosa) (Ravikumara, 2023).

 

La microbiota del estómago: más allá de la Helicobacter pylori

Hasta el descubrimiento de la Helicobacter se pensaba que el estómago era estéril. Pero nada más lejos de la realidad. Hoy en día sabemos que, además de la Helicobacter, en el estómago reside una buena cantidad de microbios, formando lo que conocemos como microbioma gástrico.

Y el equilibrio y la composición de ese microbioma gástrico determina la capacidad de la Helicobacter pylori para infectar la mucosa gástrica. O, dicho de otro modo: una cosa es que la bacteria esté presente en el estómago, y otra es que infecte la mucosa. La disbiosis gástrica, es decir, la alteración o desequilibrio del microbioma gástrico, es lo que favorece que la Helicobacter sea un verdadero problema. Se ha descrito que moléculas producidas por otros microbios patógenos, favorecen formas más virulentas de esta bacteria. 

Pero hay más. Aunque la Helicobacter es la ganadora en fama y en estudios, no es la única implicada en la inflamación y en el cáncer gástrico. Aquí cito un texto de un del 2024 publicado en la prestigiosa revista científica Cell (Waskito et al., 2022):

“Durante mucho tiempo se ha considerado que H. pylori es el agente causante de la tumorigénesis gástrica; sin embargo, su predominio en la mucosa gástrica disminuye en gran medida al mismo tiempo que la enfermedad progresa hacia etapas de atrofia, metaplasia y cáncer gástrico. El perfil metagenómico de muestras de mucosa gástrica humana en diferentes etapas de cáncer gástrico, reveló que Streptococcus anginosus es un patógeno potencial en el cáncer gástrico. Aquí, se demuestra la causalidad de S. anginosus en la tumorigénesis gástrica y establecemos un mecanismo a través del cual S. anginosus se comunica con las células epiteliales gástricas para impulsar la oncogénesis”.

Waskito LA, et al. The role of non-Helicobacter pylori bacteria in the pathogenesis of gastroduodenal diseases. Gut Pathog. 2022 May 23;14(1):19. doi: 10.1186/s13099-022-00494-0. 

 

Te lo resumo: han descubierto otra bacteria que provoca algo parecido a lo que hacía la Helicobacter pylori. ¡Pues vaya lio! De todas formas, en lo que están de acuerdo las últimas publicaciones científicas es que no se trata de que haya un microbio culpable, es decir, que no es que haya una única bacteria causante de la patología gástrica, si no que el problema aparece cuando la microbiota del estómago que se altera, se vuelve disbiótica (Zhou et al., 2023).

 

Diagnóstico

La Guía de Helicobacter pylori de la Organización Mundial de Gastroenterología lo dice bien claro: “La decisión de realizar una prueba de H. pylori sólo debe tomarse con intención terapéutica”. Es decir, que solo se debe hacer la prueba (y por supuesto tratar) si hay síntomas compatibles.

Las pruebas más habituales para detectar la Helicobacter son:

  • Prueba de aliento con Urea, que se basa en la capacidad de la Helicobacter de producir ureasa. Es la opción de primera elección, al ser una prueba no invasiva y con alta fiabilidad. Problema: se han descrito otras bacterias que también son capaces de formar ureasa, como Actinomyces, Corynebacterium, Haemophilus, Streptococcus y Staphylococcus.
  • Cultivo de muestra durante una gastroscopia. Es una prueba invasiva, más costosa.
  • Test de anticuerpos en heces: Puede dar falsos negativos si el recuento bacteriano es bajo. No es útil para la confirmación después del tratamiento.
  • Anticuerpos IgG Anti-Helicobacter en sangre, saliva u orina. No sirve para confirmar la erradicación después de un tratamiento, porque los anticuerpos pueden persistir después de la erradicación. Además, puede estar indicando una infección en el pasado (y no actual).

 

Tratamiento con antibióticos: pros y contras

La decisión de cómo enfocar el tratamiento ante una infección por Helicobacter, dependerá de cada caso. Será el profesional especializado el que decidirá cuál es la mejor opción. Así que, me voy a limitar aquí a exponer algunos datos e ideas para que tengas herramientas e información para poder tomar una decisión. Pero antes de continuar, debo recordar que solo se debería hacer la prueba (y por supuesto tratar) si hay síntomas compatibles (síntomas de dispepsia, gastritis o úlcera).

En el caso de que haya buena respuesta al tratamiento antibiótico, es cierto que se puede conseguir una erradicación rápida de la Helicobacter. Ahora bien, es necesario conocer (y considerar) algunas cuestiones:

  • Cada vez hay más resistencia a los antibióticos (Kim et al., 2015; Zou et al., 2020). Este es el tema más preocupa a los expertos, y es que cada vez son más las personas a las que tratamiento con antibióticos no les genera el efecto deseado.
  • El tratamiento con antibióticos puede promover una alteración de los microbios intestinales (y gástricos) que altera otras funciones, principalmente digestivas . En el caso de optar por un tratamiento con antibióticos, es fundamental hacer un tratamiento de recuperación de mucosas y, por supuesto, tomar probióticos.
  • Según la Guía clínica del manejo de la Helicobacter pylori de la Organización Mundial de Gastroenterología del 2023: si los síntomas que acompañan a la infección por Helicobacter son la dispepsia (es decir, sensación de pesadez después de comer, saciedad precoz y dolor o ardor en la zona del estómago), solo alrededor de un tercio o menos de los pacientes infectados experimentarán un alivio sostenido de los síntomas después de la terapia de erradicación con antibióticos. A pesar de ello, se sigue recomendando la erradicación de la Helicobacter con el fin de prevenir úlceras y cáncer gástrico en edades más avanzadas.

 

Otra mirada en el tratamiento de la Helicobacter pylori

La alternativa y, en realidad, la única vía para conseguir salud a largo plazo es comprender lo siguiente: que la bacteria en nuestro estómago sea capaz de infectar la mucosa gástrica y, por supuesto, que favorezca el desarrollo de una úlcera o de un cáncer gástrico, no es cuestión de lotería. Esté o no esté la Helicobacter, lo más importante es modificar aquello que pueda generar un “ambiente” patológico en el estómago: ¿fumas? ¿tomas antiinflamatorios habitualmente? ¿sufres estrés crónico? ¿conflictos emocionales? ¿cómo es la alimentación y los hábitos de vida? ¿duermes bien? ¿cómo está tu boca? ¿y el estómago? Vamos a revisar varias cuestiones fundamentales en relación a esta bacteria.

 

1. La importancia del pH del estómago

El ácido del estómago es nuestra gran barrera defensiva, es quien controla que no se desarrollen patógenos en el estómago. De hecho, unos niveles adecuados de ácido en el estómago:

  • Impiden el crecimiento de la Helicobacter pylori. Se ha descrito que un pH bajo (es decir, ácido) reduce la actividad metabólica de la Helicobacter, concretamente reduce la liberación de una enzima llamada ureasa. La enzima ureasa es característica de la Helicobacter y lo que hace es descomponer la urea para producir amoniaco (tóxico para la mucosa gástrica) y dióxido de carbono.
  • Inhiben el desarrollo tumoral en pacientes infectados por Helicobacter.

Además, el ácido del estómago es necesario para la digestión de proteínas, para la absorción de vitaminas y minerales y para prevenir el SIBO (Schubert & Rehfeld, 2019). A su vez, la propia infección de la mucosa gástrica por parte de la Helicobacter, también es un factor que dificulta la liberación de ácido en el estómago (Hammond et al., 2015). 

Por lo tanto, si lo que queremos es cuidar de nuestra salud, hay que asegurar un buen ácido en el estómago y valorar muy bien el uso crónico de inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, pantoprazol, etc) o anti-ácidos como Almax. Tal y como explican en detalle en una publicación científica del 2024, estos fármacos provocan cambios en el microbioma gástrico, favoreciendo un estado disbiótico caracterizado por una menor diversidad y un aumento de bacterias patógenas (oportunistas), como la Helicobacter pylori.

 

2. La capa de moco protector y el sistema inmunitario

Si tenemos una barrera protectora fuerte, eficiente y funcional, será más difícil que los microbios patógenos infecten la mucosa gástrica. Pero, ¿por qué motivo se puede debilitar esa protección? En realidad, puede verse afectada por diversas causas, y la más importante es el estrés crónico y la falta de un sueño reparador. Además, hay otras situaciones que pueden alterar el funcionamiento del sistema inmune como la toxicidad por metales pesados, los microplásticos, los disruptores endocrinos (Thiroux et al., 2023) o las micotoxinas (que se desprenden de las humedades de la pared de algunas casas). Por ejemplo, se ha descrito que la combinación de la toxicidad por micotoxinas o de disruptores endocrinos, junto con la infección por Helicobacter, promueven el cáncer gástrico. Además, hay tóxicos que directamente favorecen el crecimiento de la forma patológica de la Helicobacter, como el mercurio y los bisfenoles (Rio et al., 2024).

Además, el déficit de micronutrientes también puede provocar una alteración del sistema inmune y una capa protectora más debilitada (Yakoob et al., 2003Nabavi-Rad et al., 2022): 

  • La vitamina D. Numerosos estudios han observado que niveles adecuados de vitamina D controlan la inflamación favorecida por la Helicobacter. Además, los pacientes infectados con la Helicobacter tienen niveles más bajos de vitamina D, cuando se comparan con pacientes no infectados. Asegurar los niveles adecuados de vitamina D resulta fundamental para el control de esta bacteria; además, la suplementación de vitamina D podría reducir incluso los efectos adversos del tratamiento con antibióticos.
  • Carotenoides. Los beta-carotenos y la axtasantina, presentes en alimentos como la zanahoria o la calabaza, también reducen la inflamación y el estrés oxidativo promovidos por el Helicobacter.
  • La infección por Helicobacter asociado a un déficit de zinc en la mucosa gástrica, induce un aumento del estrés oxidativo, que puede estar asociado con un aumento de la inflamación (Sempértegui et al., 2007). La suplementación con una forma de zinc muy especial: el zinc-carnosina, es capaz de inhibir la actividad de la ureasa, y también reduce la formación de sustancias inflamatorias en la mucosa gástrica. En ensayos clínicos (Mahmoud et al., 2022): la suplementación con zinc-carnosina junto con el tratamiento antibiótico para la erradicación de la Helicobacter, consigue ratios de erradicación más altos que solo el uso de antibióticos (80,4% vs 67,01%, respectivamente).

 

3. Los herbáceos para el control de patógenos

Extracto de plantas, aceites esenciales u otros productos naturales, pueden ayudar al control de la Helicobacter (y otros patógenos) (Liu et al., 2024Deng et al., 2024). Orégano, ajo, sulforafano, monolaurina, semillas de comino negro, aceite ozonizado, berberina, resina de lentisco, regaliz, lactoferrina... Un buen tratamiento con herbáceos (seleccionados en función de la tolerancia, los síntomas y las patologías del paciente), pueden ayudar a controlar la Helicobacter. Aunque hay estudios in vitro y en animales, no hay ensayos clínicos con estas propuestas (pero en realidad, la ausencia de evidencia no significa evidencia de ausencia). Por mi experiencia (y la de muchos otros profesionales), los herbáceos pueden ayudar de forma efectiva al control de la Helicobacter. También suplementos en altas dosis de vitamina C y vitaminas del grupo B (específicamente B1 y B6), pueden ayudar a su control.

 

4. La boca, el gran reservorio de patógenos

Sabemos que la cavidad bucal actúa como un reservorio de la Helicobacter pylori, y podría ser uno de los motivos de que personas que se tratan con antibióticos, vuelven a recaer en la infección. De hecho, se ha descrito que con los tratamientos antibióticos se consigue una erradicación del 86% de la Helicobater gástrica, pero solo un 5,7% de la oral (Zhang et al., 2022).

Un dato más: las personas con caries o periodontitis tienen más probabilidades de estar infectados por Helicobacter pylori oral (Zhang et al., 2022). Por todo ello, es fundamental una buena higiene dental y, según el caso, establecer algún protocolo de limpieza (respetuosa) de patógenos orales.

 

5. Cuidar la ecología microbiana del estómago

El objetivo no es matar a una bacteria, si no recuperar la ecología microbiana, el nicho ecológico del estómago. Para ello, lo primero es no dañar: evitar el abuso de fármacos como antibióticos y también otros fármacos. Lo segundo, tener en cuenta algunas relaciones que pueden empeorar el panorama:

  • Candida y Helicobacter. La Candida es un auténtico refugio para la Helicobcater. Es una levadura muy resistente que puede albergar en su interior bacterias como la Helicobacter en unas estructuras llamadas vacuolas. Se ha descrito la coexistencia de Helicobacter pylori con Candida en pacientes con úlcera gástrica, sugiriendo una sinergia en el desarrollo de la enfermedad (Zhang et al., 2023). Esto nos hace plantearnos, que en pacientes con altas recidivas de infección por Helicobacter, se debería de valorar otro tipo de tratamientos (no antibióticos) que contemplen el control de la Candida.
  • Virus y Helicobacter. La presencia en la mucosa gástrica del virus del Epstein-Barr al mismo tiempo que la Helicobacter pylori, favorecen mutuamente la capacidad que tienen por separado de inducir una inflamación de la mucosa (Zhang et al., 2023). En casos de gastritis, también se debe valorar la presencia de Epstein-Barr y enfocar el tratamiento hacia el fortalecimiento del sistema inmunitario y refuerzo de la mucosa gástrica.

 

Resulta fundamental asegurar el desarrollo de una microbiota gástrica saludable; teniendo en cuenta los hábitos de vida, una alimentación saludable y valorar el uso de probióticos (Mestre et al., 2022). Obligatorios en el caso de que se haga un tratamiento con antibióticos, y muy recomendables si se trata con herbáceos y otras ayudas naturales. En cualquier caso, asegurar que sean de rápida liberación y que, en este caso, no estén gastroprotegidos, es decir, que puedan estar disponibles cuando llegan al estómago.

 

A modo de conclusión

El tratamiento de la Helicobacter debe valorarse de forma individual (si lo necesitas, podemos ayudarte). Pero, en cualquiera de los tratamientos escogidos, considero necesario conocer algunos datos como los aquí expuestos para poder ayudar, acompañar y mejorar el estado de la salud. Y es que, en cualquier caso, es necesario que comprendamos la importancia de cuidar el microbioma gástrico, el sistema inmune y la mucosa digestiva. Es lo que nos permitirá no solo controlar la Helicobacter pylori, si no prevenir múltiples patologías digestivas y extra-digestivas.

 

©2024 Lucía Redondo Cuevas. Derechos reservados.