El SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) es una situación frecuente en personas que sufren trastornos digestivos. Existe un tipo de SIBO (SIBO sulfuro de hidrógeno) para el cual todavía no disponemos de análisis directos para determinarlo. Se trata de bacterias que forman grandes cantidades de un gas muy maloliente e inflamatorio; el sulfuro de hidrógeno.
Síntomas del exceso del sulfuro de hidrógeno
Síntomas digestivos
- Mal aliento
- Eructos con olor
- Encías inflamadas
- Gases con olor (a “huevo podrido”) y que no hacen ruido al expulsarlos
- Dolor abdominal y/o trastornos inflamatorios en el intestino
- Diarrea o estreñimiento
Síntomas extradigestivos
- Confusión mental (“niebla” mental)
- Sensación de mareo
- Problemas de memoria
- Fatiga
- Acné o erupciones cutáneas
- Picores en la piel
- Dolor e inflamación corporal
El problema del SIBO sulfuro de hidrógeno
- Impide la utilización de butirato en las células del intestino. El butirato es el alimento, el nutriente, de las células intestinales.
- Altera la función de la mitocondria, aumentando la formación de radicales libres.
Se ha descrito que las bacterias reductoras de sulfato, pueden estar implicadas en la enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer colorectal y síndrome de intestino irritable (Kushkevych et al, 2020; Sing et al, 2015).
Diagnóstico del SIBO de sulfuro de hidrógeno
Para diagnosticar la presencia o no de SIBO, en general, el principal método que se utiliza en la actualidad es el Test de aire espirado, en el que se miden dos gases: hidrógeno y metano. Aunque ya existen en otros países, todavía no han llegado a España los test que miden el tercer tipo de gas, el sulfuro de hidrógeno.
Ahora bien, podemos sospechar de SIBO de sulfuro de hidrógeno cuando en el resultado del test de SIBO aparecen valores muy bajos tanto de metano como de hidrógeno (líneas planas), pero en cambio, hay síntomas durante la prueba. Lo cierto es que esto es algo que he podido comprobar en bastantes pacientes. Aunque también es cierto que, en otros pacientes, no es tan “matemático”, por lo que se deben tener muy en cuenta los síntomas previamente descritos, más allá del resultado del test.
Un poco de sentido común
¿Qué debes hacer para mejorar?
Se trata de una alteración de la microbiota intestinal, por lo tanto, lo primero es entender el por qué de ese desequilibrio. Y, después, aplicar tratamientos que ayuden a la mejora de ese ecosistema microbiano y que permitan mejorar la integridad de tus intestinos: fitoterapia, probióticos, bismuto, molibdeno, glutamina, butirato… son algunas de las ayudas. En cualquier caso, la buena noticia es que la alimentación es nuestra gran aliada para reducir los síntomas. Y es que cuando tenemos un exceso de bacterias reductoras de sulfatos, se desarrolla una intolerancia a compuestos azufrados. Por lo tanto, una alimentación baja en este tipo de compuestos, nos permitirá tener un respiro digestivo.
©2021 Lucía Redondo Cuevas. Derechos reservados.