¿Por qué debes defecar en cuclillas?|¿Por qué debes defecar en cuclillas?|¿Por qué debes defecar en cuclillas?|¿Por qué debes defecar en cuclillas?|¿Por qué debes defecar en cuclillas?

¿Por qué debes defecar en cuclillas?

A día de hoy, se estima que dos tercios del mundo lo hace: defecar en cuclillas. En cambio, en nuestra sociedad lo normal es hacerlo cómodamente sentados en una taza de váter.

 

¿Desde cuándo empezamos a sentarnos para defecar?

Como animales que somos, desde el inicio de la civilización humana, el ser humano ha adoptado la postura de cuclillas como un método natural para defecar. El inicio del cambio se remonta a la época de Isabel I de Inglaterra (conocida como “La Reina Virgen”), a quien en 1597 su ahijado John Harrington le regala un váter en el que poder sentarse. Parece ser que la reina estaba obsesionada con la limpieza (entre otras cosas), pero por conflictos con la Corona, la reina no permite que Harrington patente el nuevo váter.

Tuvieron que pasar casi dos siglos para que otro inglés, un relojero, Alexander Cummings, retomara la idea e inventara el primer inodoro moderno. Poco a poco se fue mejorando y se generalizó su uso en occidente hacia la mitad del siglo XIX. Aun así, a día de hoy dos tercios del mundo siguen usando otro tipo de inodoros para defecar, el conocido como “inodoro turco”.

 

¿Por qué debes defecar en cuclillas?

¿Por qué es mejor defecar en cuclillas?

Son muchos los profesionales a lo largo de la historia que han defendido que nos equivocamos, que la manera ideal de defecar es: en cuclillas. El proctólogo Michael Freilich, dijo en una entrevista para la revista Time en 1979: “No estábamos destinados a sentarnos en los inodoros, estábamos destinados a agacharnos en el campo” Según pruebas radiológicas, sabemos que cuando defecamos sentados hay una reducción del ángulo anorrectal (Rad S, 2002): esto significa que la evacuación será más difícil y tendremos que hacer más fuerza. En cambio, en la posición en cuclillas, se consigue un ángulo muy superior. Nuestro cuerpo está diseñado para defecar en cuclillas. En esta posición conseguimos (Esnal I, 2017):
  1. Relajar el músculo puborrectal: un músculo que rodea a la última parte del intestino (recto). Cuando defecamos sentados, en nuestro “trono”, el músculo puborrectal “ahoga” al recto, por lo que la evacuación es más difícil.
  2. Cuando estamos en cuclillas, logramos una elevación del colon sigmoide, de esta manera se ayuda a deshacer el pliegue que hay en la entrada al recto, y así conseguir un ángulo anorrectal menos agudo.
  3. El peso del torso presiona los muslos y de forma natural comprime el colon.
  4. Favorecemos el cierre de la válvula ileocecal (es la que separa el intestino delgado del grueso). Esto permite conseguir una presión adecuada del colon para favorecer la defecación. Además, el correcto cierre de esta válvula es importante para que los microorganismos del intestino grueso no colonicen el intestino delgado y así prevenir el SIBO.
¿Por qué debes defecar en cuclillas?

Además, si con esto conseguimos hacer menos fuerza al defecar y retener menos heces en el intestino, esteremos protegiendo también a nuestro gran preciado suelo pélvico.

 

¿Y cómo lo hago?

No hace falta instalar un “inodoro turco” en el suelo para defecar en cuclillas. No hace falta ir al campo cada vez que tengas ganas. Ni tampoco hace falta que te subas a la taza del váter para defecar en cuclillas. Bueno, obviamente puedes hacer lo que quieras :)

Lo más sencillo es utilizar alguna caja, papelera, o la estructura que desees (también venden estructuras especiales para ello), que te permita para alzar los pies, y conseguir que las rodillas te queden más altas que las caderas. En el caso de estar fuera de casa y no disponer de ningún soporte, apoyar los pies sobre las puntas de los dedos con los talones elevados te ayudará a elevar las rodillas. La columna debe permanecer erguida y los pies separados y apoyados con firmeza, de este modo, la caja torácica estará abierta y permitirá el movimiento del diafragma. Prueba a apoyar tus manos sobre las rodillas para mantener la postura.

 

La importancia de la respiración

Tenemos la mala costumbre de empujar hacia abajo conteniendo la respiración. Esta maniobra puede dañar el suelo pélvico. Además, al “empujar”, estamos presionando la primera parte del intestino grueso (el ciego), lo cual es análogo a apretar un tubo de pasta de dientes en el centro y hacer que el fondo se infle.

Al hacer esta presión, podemos estar empujando residuos al apéndice. Y además, podemos forzar la válvula ileocecal (recuerda que separa el intestino delgado del grueso), muy importante en el SIBO.

Lo primero es relajarse y tomar tiempo. Activar el sistema nervioso parasimpático con una respiración tranquila en la que la expiración sea más larga que la inspiración. Por ejemplo, inspirar por la nariz contando 3 y exhalar lentamente contando 6. Una vez conseguida la relajación, inspirar por la nariz y exhalar por la boca a la vez que se hace un pequeño gesto para meter el ombligo hacia dentro y hacia arriba, mantener la columna erguida en todo momento. La exhalación debe ser controlada teniendo cuidado dejar salir el aire soplando, por ejemplo, con los labios fruncidos pronunciando la letra F, o simular que estamos empañando un cristal. A partir de hoy, cuando defeques, en lugar de contener el aire mientras empujas, déjalo salir tranquilamente. Debemos soltar el aire mientras defecamos.

Se que es un cambio importante, llevamos toda la vida apretando y empujando. Vete probando, poco a poco, verás que es mucho más respetuoso y efectivo.

 

¿En qué situaciones es más importante aplicarlo?

  • Estreñimiento
  • SIBO
  • Divertículos y hernias
  • Hemorroides
  • Apendicitis
  • Problemas de suelo pélvico

El próximo artículo tratará sobre otras herramientas a aplicar para aliviar el estreñimiento. Próximamente.

 

©2022 Lucía Redondo Cuevas. Derechos reservados.